Según “Rodríguez
Aroldo” distingue tres componentes de
las actitudes:
Componente cognoscitivo:
para que exista una actitud, es necesario que exista también una representación
cognoscitiva del objeto. Está formada por las percepciones y creencias hacia un
objeto, así como por la información que tenemos sobre un objeto. En
este caso se habla de modelos actitudinales de expectativa
por valor, sobre todo en referencia a los estudios de Fishbein y Ajzen.
Los objetos no conocidos o sobre los que no se posee información no pueden
generar actitudes. La representación cognoscitiva puede ser vaga o errónea, en
el primer caso el afecto relacionado con el objeto tenderá a ser poco intenso;
cuando sea errónea no afectará para nada a la intensidad del afecto.
Componente afectivo: es el
sentimiento en favor o en contra de un objeto social. Es el componente más
característico de las actitudes. Aquí radica la diferencia principal con las
creencias y las opiniones que se caracterizan por su componente cognoscitivo.
Componente conductual: es
la tendencia a reaccionar hacia los objetos de una determinada manera. Es el
componente activo de la actitud.
No son innatas, hay tres
formas de adquisición:
1. A través de la
experiencia directa, con un objeto, persona o situación.
2. Mediante la
objetivación de los efectos de un estímulo.
3. Como consecuencia de
las comunicaciones que constantemente están describiendo las
características, atributos o cualidades. Valoraciones positivas, negativas, por
ejemplo, fomentan actitudes en la publicidad.
Ejemplo
de una Actitud Negativa:
El lamentarse o quejarse de las
situaciones laborales es una actitud negativa, ya que siempre existirán
contratiempos en el trabajo y el quejarse de ellos únicamente distrae y evita
que el trabajo sea realizado eficientemente, lo que hace que se invierta más
tiempo en una tarea del que llevaría si simplemente se acepta y se realiza.
Ely
Nieves C.I.: 23.812.456